El secreto de la sandia


La sandía

El verano es sinónimo de vita­lidad, alegría y buen humor. Disponemos de más horas de sol y pasamos más tiempo al aire libre disfrutando de las vacaciones. Pero ese mismo entusiasmo nos hace olvidar que el sol, fuente primaria de energía vital, puede convertirse en un peligro­so enemigo. La sobreexposición a un calor fuerte perjudica la piel, daña los fluidos corporales y provoca insolacio­nes. Intentando no llegar a esos casos extremos, conviene ser conscientes en todo momento que, durante el verano, es indispensable aumentar el aporte hídrico para regular nuestra temperatura externa y contrarrestar la deshidratación debida a una mayor sudoración.

Aumentar la ingesta de agua pue­de no ser suficiente, sobre todo para aquellas personas que tienen un meta­bolismo rápido de los líquidos y al poco tiempo de beber sienten la necesidad de orinar. Por esta razón, y para re­poner las sales minerales que también perdemos con el sudor, es importante incluir en nuestra dieta alimentos fres­cos como las ensaladas, frutas, batidos y licuados, cuyos nutrientes harán que el agua contenida en ellos pase a través del cuerpo de manera más lenta y apro­vechable, hidratando mejor los tejidos corporales.

La sandía es una de las frutas que más agua contienen, por tanto está muy in­dicada para refrescarnos y protegernos del calor del verano.

ANTIOXIDANTE Y DEPURATIVA


Además de apagar la sed y satisfacer el paladar con su delicado sabor dulce, la sandía aporta otros beneficios para el organismo. El color rojo brillante de su pulpa se debe a la presencia de carotenos, entre los cuales destaca el licopeno, presente en gran cantidad también en los tomates. Estas sustancias antioxidantes nos protegen de las enfermedades degenerativas como el cáncer; nutren la piel, los ojos y fortalecen el sistema inmunitario.

A todo ello también contribuye con vitaminas como A y la C, de la cual tan solo una tasa de sandia nos puede aportar lo siguiente:


Valor nutricional
por 100 g. de sandía
Calorías ................................ 32 Kcal
Agua...................................... 91,51 g
Hidratos de carbono ............ 7,18 g
Proteínas.................................. 0,61 g
Lípídos...................................... 0,15 g
Fibra.......................................... 0,5 g
Hierro................................... 0,17. mg
Magnesio........................................ 11 mg
Sodio................................................ 1 mg
Fósforo........................................ 9mg
Potasio..................................... 116mg
Calcio.......................................... 8mg
Vitamina A .............................. 28mcg
Vitamina B3 ......................... 0,18. mg
Ácido fólico ............................... 2mcg
Vitamina C .................................. 9mg

DE LA SANDÍA SE PUEDE APROVECHAR TODO



Generalmente la pulpa es la única parte de la sandía que aprovechamos y desperdiciamos el resto, ignorando que la cáscara y semillas tienen mucho que ofrecernos.
Las semillas, al igual que la pulpa, tienen un efecto beneficioso sobre los riñones, estimulan la diuresis y el tránsito intestinal. Además contienen un principio activo, la cucurbocitrina, que produce una dilatación arterial, lo cual resulta muy favorable en casos de hipertensión. Las podemos consumir frescas, masticándolas bien; o secas y molidas para condimentar platos o preparar infusiones.
Desafortunadamente en la actuali­dad la sandía se está modificando gené­ticamente para conseguir que desaparezcan sus semillas, lo cual ha mermado su calidad, aroma y sabor (también a nivel organoléptico).

Por otro lado, la cáscara es una inte­resante fuente de silicio, mineral que se halla en estructuras corporales como los huesos, tendones, dientes, piel y ca­bello, a los cuales les confiere fuerza v elasticidad. Su parte más externa, de co­lor verde, es rica en clorofila, conocida por sus propiedades desintoxicantes,


Inmunoestimulantes, alcalinizantes  y con un efecto beneficioso sobre todo el sistema digestivo


La cáscara cruda se puede consumir licuada o en batidos; también se pue­de comer en pequeñas cantidades (30 gramos, dos veces al día), e incluso cor­tada en tiras finas y encurtida con sal y vinagre.


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